Fenómeno argentino

Una bandera celeste y blanca flamea en el green del hoyo 18, símbolo de una gran conquista. Alrededor de la alfombra verde se multiplican los ojos, los brazos y el aliento extranjeros que admiran, aplauden y vitorean. La escena puede tomar forma en cualquier punto del planeta, ya no está envasada sólo en la imaginación: por la materia prima de los jugadores y la calidad de los logros cosechados en los circuitos internacionales, estamos frente a la mejor temporada del golf profesional argentino en toda su historia, un concepto ratificado en sus columnas de LA NACION Deportiva por Roberto De Vicenzo.

Se llegó a esta realidad por una razón contundente: aquella brillante consagración de Angel Cabrera en el US Open, el domingo 17 de junio, que significó el segundo triunfo de un argentino en un Major luego de la victoria del Maestro en el Abierto Británico de Hoylake, hace 40 años. Pero aquella hazaña del cordobés en el Oakmont Club de Pennsylvania no figura como un hecho aislado en el calendario 2007, sino que viene acompañada por otros éxitos resonantes que se concretaron con el transcurso de estos meses.

Hagamos un rápido repaso: Ariel Cañete dio el primer impacto del año al imponerse el 14 de enero en el Joburg Open de Sudáfrica, por el Tour Europeo; días después, Miguel Carballo festejó en el Panamá Championship, del Nationwide Tour. En febrero, Miguel Rodríguez sumó otro eslabón con la obtención del Costa Rica Open, por el Challenge Tour Europeo, mientras que Daniel Vancsik (Isla de Madeira Open, de Portugal) y Andrés Romero (Campeonato de Jugadores de Europa) les dieron más lustre a las actuaciones criollas en el principal circuito del Viejo Continente.

A este gran envión se agregan las dos semanas consecutivas en las que José Cóceres estuvo muy cerca de volver a alzar un trofeo en el PGA Tour, aunque luego se haya frustrado con el segundo puesto tras perder en los desempates en Cancún y en el Honda Classic de Florida. Además, el puntano Rafael Echenique coqueteó con la victoria en China y el rafaelino Julio Zapata insinuó más de una vez su primer festejo en el Challenge Tour. Y entre los veteranos también hubo buenas noticias, porque Eduardo Romero, con sus 53 años, es un permanente animador del Champions Tour.

La suma de estallidos en los Estados Unidos y Europa provocó que la Argentina se convirtiera en el único país en 2007 que cuenta con ganadores en las cuatro principales giras de golf del mundo, un dominio del que no pueden jactarse los norteamericanos, los españoles, los ingleses y los suecos, las principales corrientes de profesionales de hoy en día. Lo más ilusionante es que la temporada apenas superó su primera parte y que no sería nada extraño que este fenómeno albiceleste continúe expandiéndose por los fairways con nuevos triunfos.

Para encontrar otro año tan positivo debemos retroceder a 2001, cuando Cóceres se consagró en dos citas del PGA Tour, Ricardo González triunfó en el Masters Europeo de Crans-sur-Sierre, Suiza, y Jorge Berendt se impuso en el Abierto de Cannes. Pero lo que termina marcando la diferencia decisiva este año es el título de Grand Slam que atrapó el Pato en una de las canchas más difíciles del mundo y que ubicó al jugador de Villa Allende definitivamente en la elite tras soportar la presión ejercida por Tiger Woods, su escolta.

La presencia de golfistas argentinos en el exterior fue forjada en una primera época por José Jurado y Roberto De Vicenzo; en la línea sucesoria continuaron Vicente Fernández y el Gato Romero, que luego fueron cediéndoles paso a José Cóceres y Angel Cabrera. Hoy, el chaqueño y el cordobés, de 43 y 37 años, respectivamente, conforman la primera línea nacional junto con el Pigu Romero (26), considerado por la prensa mundial la aparición más refrescante después de que sorprendiera con su habilidad y desenfado en el último Abierto Británico, en donde concluyó tercero tras marchar puntero a dos hoyos del final en Carnoustie.

Pero detrás de estos tres alumbra una verdadera invasión de compatriotas, capaz de dar un nuevo batacazo en sus respectivos circuitos. El tucumano encabeza el elenco estable del Tour Europeo junto con González, César Monasterio, Echenique, Vancsik y Cañete. Y a este grupo de estrechas amistades se le suceden por lo menos diez jugadores del Challenge Tour que esperan su oportunidad para pegar el zarpazo en alguna semana mágica.

De esta forma, ya no se trata de una aventura solitaria emprendida por algún representante nacional; lo de los argentinos es una marca registrada que se instaló en los campos del mundo y que maduró a raíz del talento, la inspiración, el hambre de gloria y el esfuerzo individual en búsqueda de un progreso económico.

Es una Legión que se contiene emocionalmente a sí misma por la camaradería entre sus integrantes -rasgo de subsistencia para contrarrestar la lejanía de las familias- y que está conformada ya no sólo por ex caddies como Cóceres, Cabrera, Andrés Romero y tantos otros: en la última década se incorporaron valores del campo aficionado, curtidos en el Tour Argentino desde 1998 y que se perfeccionaron en la Escuela de la Asociación Argentina de Golf (AAG), como Echenique -último ganador del Abierto de la República- y el propio Vancsik, que señala: "En el golf nacional hay muchos jugadores de gran nivel y otros que quedaron en el camino por no contar con el apoyo necesario. Sin dudas, tenemos más talento que muchos otros países. Los suecos, por ejemplo, son como robots que trabajan con una gran disciplina. El argentino es mucho más habilidoso, pero sufre diez mil veces más presión que los extranjeros porque debe rendir cuentas a la gente que lo apoyó. De lo que estoy seguro es que ningún jugador de afuera ignora el fenómeno argentino; nos tienen muy presentes porque hay una buena cantidad".

Fuente www.lanacion.com.ar